Juan Duns Escoto
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Juan Duns Escoto (conocido
como el "Doctor Sutil") nació como lo indica su nombre en Escocia, en
el año 1265. A los quince años ingreso en la congregación franciscana. Estudió
primero en Escocia y luego en Inglaterra (Oxford) y en Francia (París). En 1300
enseño Teología en Oxford. Volvió a Paris en 1302 para doctorarse en Teología
allí mismo en 1305. En 1307 se trasladó a Colonia (Alemania) donde murió
tempranamente, a la edad de 43 años (1308). Fue una figura central de la escolástica
tardía y un duro crítico de la filosofía de Tomas de Aquino, aunque más crítico
aún del agustinismo de Enrique de Gante (profesor de la Universidad de París
entre 1274 y 1290).
Entre sus obras se destacan
sus Comentarios a las
Sentencias de Pedro Lombardo (teólogo
italiano cuya obra Sentencias era un manual básico de Teología), algunos
escritos sobre Lógica, Cuestiones
sobre Metafísica, Cuestiones
Quodlibetales y el tratado De primo principio.
Escoto señala que, así como
el objeto propio de la Teología es Dios en cuanto Dios, el objeto propio de la
Metafísica es el ser en cuanto ser. Por ello la Metafísica no puede alcanzar a
Dios sino en cuanto éste es ser.
Pero si bien la Metafísica estudia al ser en cuanto ser y no a un tipo de ser
en particular, se ve limitada para abordar su objeto al contar sólo con el
conocimiento sensible. No conoce de modo directo a los seres inmateriales
(ángeles, Dios). Para salvar esta desproporción entre el objeto de conocimiento
de la Metafísica (el ser en cuanto ser) y su fuente de conocimiento (lo
sensible), Escoto considera que se debe dar una noción de ser tan completamente
abstracta que pueda aplicarse a todo ser en un mismo sentido (sentido unívoco). Por otro lado, esta noción de ser es
la primera de todas, ya que el ser es lo primero que conoce el
entendimiento.
Para alcanzar a Dios hemos
de buscar la causa del ser (sentido unívoco) y no la causa del ser sensible,
porque por este último camino llegamos a un primer motor que es él también
parte del mundo. Por ello sus demostraciones, si bien parten de nociones
tomadas de la experiencia, prescinden de lo sensible y operan en el plano de lo
posible, universal y necesario; ya que lo que vale para lo posible vale también
para lo real, peno no se da necesariamente lo mismo a la inversa.
Escoto distingue distintos
modos de ser, de entre los cuales los dos primeros son lo finito y lo infinito.
Esta división es anterior incluso a la de las diez categorías de Aristóteles,
puesto que las categorías, al implicar determinación (limitación), corresponden
al ámbito de lo finito. Para demostrar la existencia de Dios, el metafísico
debe probar la existencia del ser infinito.
Al abordar la relación entre
el ser infinito y los seres finitos, se distancia de Avicena, quien sostenía
que lo posible procedía de la necesario por necesidad. Escoto sostendrá que lo
finito procede de lo infinito por un acto de libertad. Trata con ello de
escapar de la primacía de la necesidad que, como concepción propia de la
filosofía griega, cobraba fuerza en su tiempo a través de Avicena y Averroes. Y
a la libertad divina la entiende como limitada sólo por el Principio de No
Contradicción y no por el bien, que depende de la voluntad de Dios. Lo que es
bueno, es bueno porque Dios lo quiere y lo manda. Si él lo hubiese querido,
otras podrían haber sido las leyes morales. A excepción de los dos primeros
mandamientos del decálogo, que Dios no podría haber cambiado sin contradicción,
todos los demás se fundamentan tan sólo en la su voluntad. Con esto se hace
evidente que en Escoto el voluntarismo a desplazado al intelectualismo. También con el fin de ubicar a Dios
por encima de toda necesidad, y considerando que todo entendimiento es una
naturaleza, afirma que Dios está por encima de sus ideas.
Comentario:
El pensamiento de Duns, se podría
resaltar que su manera y forma de ver algunos aspectos de la vida, la relación
con dios y la teología básica que necesitamos para “llegar a dios”, es muy
original y buena a nuestra manera de ver, en algunos puntos, no es muy
específico y deja abiertos algunos interrogantes, pero por otra parte, algunos
conceptos que van de la mano con unos argumentos muy creíbles son válidos.
Algo que nos confundió un poco
fue la manera en la que se hizo entender en la idea principal le faltó un poco
de precisión o tal vez encontrar las palabras indicadas, sin embargo, da a
entender la idea necesaria. Escoto señala que, así como el objeto propio de la
Teología es Dios en cuanto Dios, el objeto propio de la Metafísica es el ser en
cuanto ser, pero a nuestro criterio la anterior idea, no es muy convincente,
porque en el espacio de la teología existe un gran desierto lleno de
argumentos, maneras de pensar y objetos tangibles o intangibles por tal razón
no se puede afirmar que en la teología solo está el ser y dios, Por ejemplo: La
fe, la muerte y lo que existe después de la muerte. También Scoto afirma que si
bien la Metafísica estudia al ser en cuanto ser y no a un tipo de ser en
particular, se ve limitada para abordar su objeto al contar sólo con el
conocimiento sensible, “No conoce de modo directo a los seres inmateriales
(ángeles, Dios)”. Para salvar esta desproporción entre el objeto de
conocimiento de la Metafísica (el ser en cuanto ser) y su fuente de conocimiento
(lo sensible), Escoto considera que se debe dar una noción de ser tan
completamente abstracta que pueda aplicarse a todo ser en un mismo sentido
(sentido unívoco), de lo anterior pensamos que es u afirmación muy generalista,
muy probablemente errónea, porque aunque es muy específico y en sí tiene buenos
argumentos, no es indicado generalizar sobre todos los seres, y en cuestión del
conocimiento sensible, lo que es superficial depende de cada persona, de cada
quien cómo ve el conocimiento y que tanto puede aprender de ello, pero si
respaldamos a Duns en cuanto a que la noción del ser es completamente abstracta
y que puede aplicarse a todo ser, solo aplicarse, no quiere decir que digamos
que si Pedro jamás podrá saber realmente que es un ángel, sólo se aplica en que
el ser puede notar el conocimiento superficial.
Finalmente para alcanzar a Dios
hemos de buscar la causa del ser (sentido unívoco) y no la causa del ser
sensible, porque por este último camino llegamos a un primer motor que es él
también parte del mundo. Por ello sus demostraciones, si bien parten de
nociones tomadas de la experiencia, prescinden de lo sensible y operan en el
plano de lo posible, universal y necesario; ya que lo que vale para lo posible
vale también para lo real, peno no se da necesariamente lo mismo a la inversa.


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