lunes, 5 de mayo de 2014

Juan Duns Scoto

Juan Duns Escoto


Juan Duns Escoto (conocido como el "Doctor Sutil") nació como lo indica su nombre en Escocia, en el año 1265. A los quince años ingreso en la congregación franciscana. Estudió primero en Escocia y luego en Inglaterra (Oxford) y en Francia (París). En 1300 enseño Teología en Oxford. Volvió a Paris en 1302 para doctorarse en Teología allí mismo en 1305. En 1307 se trasladó a Colonia (Alemania) donde murió tempranamente, a la edad de 43 años (1308). Fue una figura central de la escolástica tardía y un duro crítico de la filosofía de Tomas de Aquino, aunque más crítico aún del agustinismo de Enrique de Gante (profesor de la Universidad de París entre 1274 y 1290).

Entre sus obras se destacan sus Comentarios a las Sentencias de Pedro Lombardo (teólogo italiano cuya obra Sentencias era un manual básico de Teología), algunos escritos sobre Lógica, Cuestiones sobre Metafísica, Cuestiones Quodlibetales y el tratado De primo principio. 
Escoto señala que, así como el objeto propio de la Teología es Dios en cuanto Dios, el objeto propio de la Metafísica es el ser en cuanto ser. Por ello la Metafísica no puede alcanzar a Dios sino en cuanto éste es ser. Pero si bien la Metafísica estudia al ser en cuanto ser y no a un tipo de ser en particular, se ve limitada para abordar su objeto al contar sólo con el conocimiento sensible. No conoce de modo directo a los seres inmateriales (ángeles, Dios). Para salvar esta desproporción entre el objeto de conocimiento de la Metafísica (el ser en cuanto ser) y su fuente de conocimiento (lo sensible), Escoto considera que se debe dar una noción de ser tan completamente abstracta que pueda aplicarse a todo ser en un mismo sentido (sentido unívoco). Por otro lado, esta noción de ser es la primera de todas, ya que el ser es lo primero que conoce el entendimiento. 
Para alcanzar a Dios hemos de buscar la causa del ser (sentido unívoco) y no la causa del ser sensible, porque por este último camino llegamos a un primer motor que es él también parte del mundo. Por ello sus demostraciones, si bien parten de nociones tomadas de la experiencia, prescinden de lo sensible y operan en el plano de lo posible, universal y necesario; ya que lo que vale para lo posible vale también para lo real, peno no se da necesariamente lo mismo a la inversa. 
Escoto distingue distintos modos de ser, de entre los cuales los dos primeros son lo finito y lo infinito. Esta división es anterior incluso a la de las diez categorías de Aristóteles, puesto que las categorías, al implicar determinación (limitación), corresponden al ámbito de lo finito. Para demostrar la existencia de Dios, el metafísico debe probar la existencia del ser infinito.    

Al abordar la relación entre el ser infinito y los seres finitos, se distancia de Avicena, quien sostenía que lo posible procedía de la necesario por necesidad. Escoto sostendrá que lo finito procede de lo infinito por un acto de libertad. Trata con ello de escapar de la primacía de la necesidad que, como concepción propia de la filosofía griega, cobraba fuerza en su tiempo a través de Avicena y Averroes. Y a la libertad divina la entiende como limitada sólo por el Principio de No Contradicción y no por el bien, que depende de la voluntad de Dios. Lo que es bueno, es bueno porque Dios lo quiere y lo manda. Si él lo hubiese querido, otras podrían haber sido las leyes morales. A excepción de los dos primeros mandamientos del decálogo, que Dios no podría haber cambiado sin contradicción, todos los demás se fundamentan tan sólo en la su voluntad. Con esto se hace evidente que en Escoto el voluntarismo a desplazado al intelectualismo. También con el fin de ubicar a Dios por encima de toda necesidad, y considerando que todo entendimiento es una naturaleza, afirma que Dios está por encima de sus ideas. 

Comentario:
El pensamiento de Duns, se podría resaltar que su manera y forma de ver algunos aspectos de la vida, la relación con dios y la teología básica que necesitamos para “llegar a dios”, es muy original y buena a nuestra manera de ver, en algunos puntos, no es muy específico y deja abiertos algunos interrogantes, pero por otra parte, algunos conceptos que van de la mano con unos argumentos muy creíbles son válidos.

Algo que nos confundió un poco fue la manera en la que se hizo entender en la idea principal le faltó un poco de precisión o tal vez encontrar las palabras indicadas, sin embargo, da a entender la idea necesaria. Escoto señala que, así como el objeto propio de la Teología es Dios en cuanto Dios, el objeto propio de la Metafísica es el ser en cuanto ser, pero a nuestro criterio la anterior idea, no es muy convincente, porque en el espacio de la teología existe un gran desierto lleno de argumentos, maneras de pensar y objetos tangibles o intangibles por tal razón no se puede afirmar que en la teología solo está el ser y dios, Por ejemplo: La fe, la muerte y lo que existe después de la muerte. También Scoto afirma que si bien la Metafísica estudia al ser en cuanto ser y no a un tipo de ser en particular, se ve limitada para abordar su objeto al contar sólo con el conocimiento sensible, “No conoce de modo directo a los seres inmateriales (ángeles, Dios)”. Para salvar esta desproporción entre el objeto de conocimiento de la Metafísica (el ser en cuanto ser) y su fuente de conocimiento (lo sensible), Escoto considera que se debe dar una noción de ser tan completamente abstracta que pueda aplicarse a todo ser en un mismo sentido (sentido unívoco), de lo anterior pensamos que es u afirmación muy generalista, muy probablemente errónea, porque aunque es muy específico y en sí tiene buenos argumentos, no es indicado generalizar sobre todos los seres, y en cuestión del conocimiento sensible, lo que es superficial depende de cada persona, de cada quien cómo ve el conocimiento y que tanto puede aprender de ello, pero si respaldamos a Duns en cuanto a que la noción del ser es completamente abstracta y que puede aplicarse a todo ser, solo aplicarse, no quiere decir que digamos que si Pedro jamás podrá saber realmente que es un ángel, sólo se aplica en que el ser puede notar el conocimiento superficial.
Finalmente para alcanzar a Dios hemos de buscar la causa del ser (sentido unívoco) y no la causa del ser sensible, porque por este último camino llegamos a un primer motor que es él también parte del mundo. Por ello sus demostraciones, si bien parten de nociones tomadas de la experiencia, prescinden de lo sensible y operan en el plano de lo posible, universal y necesario; ya que lo que vale para lo posible vale también para lo real, peno no se da necesariamente lo mismo a la inversa. 

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